Las llamas
Al calor de la hoguera me he sentado,
y te he visto en las llamas sinuosas,
lúbricas lenguas, colas de raposas
en revuelto vaivén por los sembrados.
No sé si estabas o eras. Encrespados
sus perfiles en danzas silenciosas,
se agitaban aún más voluptuosas,
como tropel de diablos embriagados.
Eras tú misma, sí, múltiple y una,
aquelarre nocturno, con la luna,
y yo también, de tu esplendor testigo.
Tu alma y tu cuerpo, lengua, abrazo, fuego,
en solemne misión y ávido juego,
y yo abrasándome feliz contigo.
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