...Sirvan estas líneas a modo de homenaje y agradecimiento a cuantos se cruzaron en mi camino y me aportaron alguna porción de esa esencia de la vida, cuyo conjunto hizo y hace que ésta merezca la pena ser transitada, especialmente a aquellos cuya capacidad de disfrutar haciendo disfrutar a otros, admiro, venero y agradezco, cuyo afán por ello les deseo sea devuelto merecidamente día tras día.
La primera versión de El Pianista (también llamado ‘El pianista del gueto de Varsovia’) de Wladyslaw Szpilman se publicó en Polonia en 1946, bajo el nombre de Śmierć Miasta (que significa ‘Muerte de una ciudad’ y es el título de uno de los capítulos del libro). Pero, fuertemente censurado desde un principio, acabó siendo retirado muy pronto de las librerías y permaneció en el limbo hasta 1998, cuando fue reeditado en alemán (y poco después traducido al inglés, castellano, francés…). He aquí dos datos importantísimos para comprender la obra en toda su magnitud.
Teniendo en cuenta que la odisea vivida por Wladek Szpilman acabó a mediados de Enero de 1945, cuando llegaron las tropas rusas a Varsovia, llama la atención que su historia llegara a las librerías sólo un año después. Estamos pues, ante un vivo retrato de lo ocurrido en la capital polaca durante la ocupación nazi, escrito con el corazón caliente y la memoria intacta.
Por otro lado, desde que fue impreso, resultó ser un libro incómodo para el nuevo gobierno polaco. Fue publicado con un considerable recorte del número de copias permitidas y, aún así, recibió una buena acogida; no en vano, Szpilman era un pianista reconocido antes de la invasión germana y su historia una de los primeras en llegar al público. Sin embargo, poco después se impidió imprimir una nueva edición y los ejemplares que quedaban de la primera fueron retirados. Al aparato propagandístico comunista no le convenía nada el relato de un judío que, por un lado, contaba cómo había sido ayudado por un capitán nazi y que, por otro, narraba las aberraciones de los (entonces colaboracionistas y ahora compañeros comunistas) lituanos o ucranianos. Así que fue censurado hasta que, cuarenta años después y sólo dos antes de la muerte de su autor a los 89 años de edad, se escabulló del olvido y volvió a ser publicado. Y tratándose de literatura, toda obra censurada tiene, per se, un valor y un atractivo añadidos.
Wladyslaw Szpilman (1911-2000) pianista, judío y ciudadano de Varsovia, nos cuenta la historia de cómo sobrevivió durante los cinco años que duró la dominación nazi de Polonia. Al principio junto a los miembros de su familia, con los que acaba encerrado en el gueto y que finalmente son deportados en 1942 a Treblinka, donde encontrarán la muerte. Él, salvado in extremis por un conocido de la policía judía, comienza su periplo en solitario. Inicialmente, trabaja de obrero con otros judíos del gueto para, más tarde y gracias al auxilio de algunos varsovianos arios, conseguir esconderse por la ciudad. Un año después, cuando la resistencia polaca comienza su ofensiva contra la ocupación nazi, Wladek se encuentra de nuevo solo; movido por un instinto de supervivencia extraordinario, logra mantenerse oculto durante meses, yendo de edificio en edificio por la despoblada Varsovia, buscando comida y refugio y escapando una y otra vez de la muerte de las más diversas maneras: bombardeos, incendios, disparos, traiciones…
Hasta que un día, descuidado por la imperiosa necesidad de llevarse algo al estómago, es encontrado por un oficial nazi. Éste le hace una serie de preguntas hasta que, interesándose por su ocupación antes de la invasión, Szpilman le confiesa que es pianista. El alemán lo lleva a una habitación donde hay un piano y le pide una prueba.
En ese momento Wladyslaw Szpilman, dos años y medio después de su último contacto con las teclas, sentado ante un viejo y desafinado piano, tocó para el oficial el Nocturno en do sostenido menor de Chopin, la misma pieza que se vio obligado a dejar a medias durante el bombardeo de la emisora de radio con la que comienza el libro; una vez acabado, no sólo obtuvo el perdón del alemán, sino que le ayudó a esconderse e incluso le visitó para llevarle abrigo y alimentos. Allí, una vez que las tropas nazis abandonaron Varsovia, Wladek aguardó la llegada de los rusos y, después de cinco años de indecibles penas y miserias, se vio por fin salvado.
La narración de Szpilman es sencilla y directa, centrada en la descripción de su odisea sin emitir juicios, simplemente enseñando lo que vivió, como si se tratara de una cámara de vídeo cuyas imágenes grabadas hablan por sí solas. Tras sobrevivir a la Shoah, Wladyslaw escribió su historia seguro de que tanta sinrazón, tanta inhumanidad no necesitaban calificativos. De hecho, el primero que aparece lo hace en la postdata del libro, cuando dice del oficial nazi que le auxilió que es
El único ser humano con uniforme alemán que encontré Tal y como descubrió el propio Szpilman, aquel alemán resultó ser el capitán Wilm Hosenfeld y ‘el pianista’ no fue el único judío al que salvó. Ésto lo sabemos gracias a la excelente reedición de 1998 que le da a la historia toda su dimensión. Primero nos presenta una selección de las cartas que Hosenfeld envió a su familia a lo largo de todo el Holocausto, en las que se muestra radicalmente contrario a las aberrantes prácticas hacia las que había derivado el nacionalsocialismo. De manera extraordinariamente lúcida (no en vano, era maestro de escuela), no sólo critica todo lo que está ocurriendo sino que hasta predice lo que ocurrirá (como nos cuenta ‘El lector’, de Schlink):
Qué cobardes somos: pensamos que estamos por encima de todo esto pero dejamos que ocurra. También nosotros seremos castigados por ello. Como lo serán nuestros hijos, inocentes, porque al permitir que se cometan tantos crímenes estamos colaborando. Finalmente, nos encontramos con un epílogo escrito por Wolf Biermann que nos ofrece la verdadera historia del buen Wilm Hosenfeld, (muerto a comienzos de los años cincuenta en un campo de concentración ruso). Gracias al contacto de Biermann con la familia, sabemos, como en su momento descubrió Wladek, en qué modo el profesor Hosenfeld ayudó a algunas familias judías durante el Holocausto. Además, nos cuenta los infructuosos intentos del propio Szpilman por devolverle el gesto humanitario al capitán alemán.
Wladyslaw Szpilman, tras la retirada de las tropas nazis, retomó muy pronto las riendas de su vida. Volvió a trabajar como pianista en Radio Varsovia, inaugurando las emisiones con una interpretación de la pieza que le tocó a Hosenfeld, aquella que había tenido que dejar inconclusa cuando llovieron las primeras bombas nazis en Varsovia: el Nocturno en do sostenido menor de Chopin (compositor que, por cierto, fue prohibido por el nazismo), del que os dejo un vídeo en el que podemos disfrutar del mismísimo Szpilman, abuelo ya de dos nietos, tocándolo otra vez:
Dios juzgue a los nazis asesinos Por la muerte de millones inocentes . Nunca hay que olvidar que todos somos hijos de Dios y este mundo es para todos y el verdadero reino es en el Cielo . Gran hombre szpilman.
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5 comentarios:
danque x la info me ayudo a hacer mi tarea xD aunq esa historia es triste i algo dura al ver la cruda realidad de la segunda gerra mundial
Una historia verdaderamente conmovedora...
Gracias Anónimo por tu comentario.Saludooooos
una historia que quedara en el recuerdo de la humanidad para siempre..
Dios juzgue a los nazis asesinos Por la muerte de millones inocentes . Nunca hay que olvidar que todos somos hijos de Dios y este mundo es para todos y el verdadero reino es en el Cielo .
Gran hombre szpilman.
Jorge coronado. Mexico
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