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...Sirvan estas líneas a modo de homenaje y agradecimiento a cuantos se cruzaron en mi camino y me aportaron alguna porción de esa esencia de la vida, cuyo conjunto hizo y hace que ésta merezca la pena ser transitada, especialmente a aquellos cuya capacidad de disfrutar haciendo disfrutar a otros, admiro, venero y agradezco, cuyo afán por ello les deseo sea devuelto merecidamente día tras día.

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domingo, 23 de noviembre de 2008

Maravillas antiguas

A través de toda la existencia de la humanidad, el hombre ha dejado huella de sus vestigios culturales en el paso del tiempo ya sea por su propia historia de logros, descubrimientos, experimentos, hazañas y entre ellos su arquitectura, un icono esencial en cada período que les valió pasar y perdurar en la historia hasta nuestros tiempos. Lamentablemente, hoy, con una única excepción, no nos quedan más que las descripciones que hicieron los cronistas de la época.
De todas las obras conocidas por su belleza o por su grandeza en la antigüedad, fueron siete las más famosas. De ahí el sobrenombre de "las siete maravillas del mundo".
Más que ninguna otra cosa, son estas obras las que nos identifican inequívocamente como humanos y serán sin duda estas maravillas las que constituyan nuestras principales señas de identidad.
Estas Maravillas, ordenadas según el período de su construcción, son las siguientes:
1.Las Pirámides de Gizeh. Terminada alrededor del año 2570 a. C. Ubicada en Gizeh, Egipto.
2.Los Jardines Colgantes de Babilonia. Construidos en 605 a. C. - 562 a. C. Ubicados en la ciudad de Babilonia, actual Iraq.
3.El Templo de Artemisa o Artemision en Éfeso (actual Turquía). Construido hacia 550 a. C.
4.La Estatua de Zeus en Olimpia. Esculpida hacia 430 a. C. por Fidias. Ubicada en el interior del templo dedicado al propio Zeus en Olimpia, Grecia.
5.El Sepulcro de Mausolo (Mausoleo) en Halicarnaso. Construido hacia 353 a. C. y situado en la ciudad griega de Halicarnaso, actual Bodrum (Turquía).
6.El Faro de Alejandría. Construido entre 285 a. C. y 247 a. C. en la isla de Pharos, en Alejandría (Egipto).
7.El Coloso de Rodas. Construido entre 294 a. C. y 282 a. C. Ubicado a la entrada del puerto de la isla de Rodas, Grecia.


Las Pirámides de Gizeh


De todas las antiguas maravillas, las pirámides de Egipto son las únicas que se han conservado al paso de lo años combatiendo los embates del tiempo y la propia mano del hombre.
Las pirámides como bien sabemos eran las tumbas de lo faraones, los egipcios comenzaron las primeras construcciones hace mucho tiempo, las más antiguas tienen aproximadamente cinco mil años de antigüedad. El arquitecto inventor de la pirámide fué el gran Visir, y famoso sabio, Inhotep.
En el 2640 a.C., el faraón de la cuarta dinastía llamado Keops ordenó la erección de una tumba tan alta y majestuosa que ocultara la luz del sol. Fue necesario utilizar dos millones trescientos mil bloques calcáreos de dos toneladas y media de peso cada uno, que fueron colocados uno sobre otro hasta alcanzar los 147 metros de altura, durante veinte años.
En Gizeh abundan las construcciones funerarias, pues es el cementerio donde van a parar todos los habitantes de la capital, nobles o villanos.
Todas las pirámides, absolutamente todas, tienen la misma alineación: están orientadas al norte con total exactitud. Los lados de la pirámide tienen una inclinación impresionante, de 51 grados, que cuando nos acercamos más nos produce la sensación de que la pirámide "se nos cae" encima.
De las pirámides de Gizeh, nos encontramos a la esfinge, esta escultura que representa a un león con rostro humano es la más contemporánea de las pirámides, mide 70 metros de longitud y 20 de altura (se cree que representa al faraón Khafra). Y cuando la esfinge ya superaba los cuatro mil años, estas modificaciones posteriores pasaron a ser destructivas en vez de constructivas: los iconoclastas primero, y los mamelucos después, mutilaron el monumento, dañando sus ojos y arrancándole su nariz. Vemos aquí un primer ejemplo, aunque desgraciadamente no el último, que demuestra que entre las capacidades del hombre se encuentra no sólo el construir maravillas, sino también el destruirlas aunando la erosión del viento a lo largo de estos cuatro mil seiscientos años ha reducido su altura en casi diez metros de todas ellas

Han pasado ya cerca de cinco mil años hasta nuestros días, y la humanidad todavía no ha realizado nada semejante.; y es que los aparejadores de nuestros días se las verían y se las compondrían para enfrentarse con esos enormes bloques de piedra, difíciles de manejar hasta para las más potentes grúas, ni siquiera los propios egipcios han sido capaces de superarlo.


Los Jardines colgantes de Babilonia

Ahora nos trasladamos a Babilonia a orillas del río Éufrates, y antes de pasar a la maravilla de su arquitectura; Babilonia sufrió su destrucción hasta sus cimientos por parte de los asirios, pero los babilonios con ayuda reconstruyeron por completo la ciudad.
Hacia mediados del siglo VI a. de C., el rey Nabucodonosor II, gran guerrero y conquistador, es también un gran arquitecto.
Su esposa Amytis princesa meda procedente de un reino con montes y colinas exuberantes de vegetación, entristece al ver la cuidad demasiada llana y rectilínea a pesar de que la cuidad esta en todo su esplendor.
Esto disgusta al rey y manda traer grandes piedras, y edifica una serie de terrazas escalonadas donde deposita tierra y comienza a plantar árboles, flores y toda clase de plantas. Sobre la más alta de las terrazas se situaba un depósito de agua desde el que se nutría un genial sistema de irrigación. Esta constante humedad y el calor característico de la zona hacían que el jardín estuviera permanentemente en flor. Arboles, plantas y flores de todo el mundo constituían un oasis de color. Estaban situados junto al palacio del rey, hacia el lado que daba al río para que pudieran contemplarlo los viajeros que tenían prohibido el acceso.
Otra una leyenda nos dice en cambio que los jardines habrían sido construidos en el siglo XI a.C. Por entonces reinaba en Babilonia Shammuramat, llamada Semíramis por los griegos, como regente de su hijo Adadnirari III. Es una reina valiente, que conquista La India y Egipto, pero no resiste que su hijo conspire para derrocarla, y termina suicidándose.
En el año 539 a. de C. los persas conquistan Babilonia, y ello provoca su decadencia. La población va menguando y, para cuando Alejandro Magno visita la ciudad (sobre el 326 a. de C.) parte de ésta se encuentra en ruinas. La destrucción definitiva tiene lugar en el año 126-125 a. de C., fecha en la que Evemero conquista la ciudad y la incendia. Desde entonces no quedan más que las ruinas a orillas del Éufrates.


El Templo de Artemisa

Hemos llegado ahora hasta la Grecia una gran civilización de su tiempo y cuna de artistas que realizan sus más excelsa obras. No ubicamos en la ciudad de Éfeso a orillas del mar Jónico, a mediados del siglo VI a. de C. Esta ciudad siempre le ha rendido culto a la diosa Artemisa (Diana para los romanos), esta diosa es la soberana de la naturaleza y animales salvajes, suele ser representada junto aun ciervo y armada de arco y flechas. En esta ciudad siempre existió un templo dedicado a ella pero en una invasión por parte de los sumerios no se pudo evitar la destrucción de este a pesar de haber resistido su ataque.
Después la ciudad pasó al gobierno del rey de Lidia Creso (inventor de la moneda), Esopo pasó a ser parte de su corte y lo convence de reconstruir el templo de Artemisa, mejor que el anterior. Con la cooperación de donativos el templo se levanta con 127 columnas de 20 metros de altura, descomunal para su época. El templo permanece por dos siglos hasta el año de 356 a. de C. en que el pastor Eróstato lo incendia, destruyéndolo solo por el afán de fama.
Veinte años después, Alejandro Magno ocupó la ciudad de Éfeso y residió en ella por un tiempo, escuchó la historia del templo de Artemisa y descubrió que había sido destruido la misma noche en que había nacido él, y utilizando los mismos planos lo hizo reconstruir. Fue terminado en el 323 a.C., pero ya nunca recuperó su antiguo esplendor.
Entre los años 260 y 268 d.C. los saqueos de los godos destruyeron gran parte del monumento. El ingeniero inglés J.T.Wood descubrió los restos demostrando la veracidad de la descripción de Plinio y que había sido puesta en entredicho durante siglos.

La Estatua de Zeus

Transcurrimos en el tiempo un siglo adelante hasta Olimpia, Grecia en la Élida centro religioso donde se rinde culto principalmente a Zeus. Ahí en el monte Olimpo se celebra cada cuatro años la Olimpiada la más famosa festividad en honor a Zeus.
Es el año de 450 a. de C., se está terminando de construir el templo, los mejores escultores trabajan en él, contando en sus frontones y metopas con grupos escultóricos de tal calidad que se consideraron la mejor representación del arte griego en su época junto con el Partenón. Su autor, de quien no se sabrá el nombre, será conocido como el Maestro de Olimpia.
Para la realización de la estatua de Zeus es llamado el más famoso escultor Fidias. Este pone manos a la obra representado al dios sentado sobre un trono una estatua de doce metros de altura. Fidias emplea la técnica crisoelefantina, consistente en cincelar sobre marfil y añadir por encima oro, representando la carne y las vestiduras del personaje.
Fidias empleará más de un año en llevar a cabo la estatua, lo cual nos da idea de su gran tamaño y de su detalle y calidad.
Según la leyenda, cuando Fidias terminó su obra pidió al dios una señal de su conformidad con el trabajo realizado, y entonces del cielo despejado llegó un rayo hasta los pies del escultor. Fanáticos cristianos incendiarán el templo durante el reinado de Teodosio II, y los terremotos del siglo VI d.C. lo abatirán haciendo desaparecer la estatua.

El Mausoleo de Halicarnaso

Después de un siglo en el tiempo en el año 353 a. de C., no ubicamos en Halicarnaso, Caria estado de Asia Menor.
La ciudad esta en su punto máximo gracias a su gobernante Mausolo, pero el rey fallece y ¿Qué tumba, que sepulcro será suficiente para un rey así? Su viuda Artemisa (solo relación de nombre con la diosa) decide hacer una sepultura especial tanto que dará nombre a los "mausoleos" que se construirán en el futuro, toma la decisión de no reparar en gastos, la misma ciudad coopera al saber que no habrá otra época igual y se unen hombres libres a los esclavos para su construcción.
La obra corre a cargo de los arquitectos Sátiros y Piteos, los cuales construyen un podio rectangular que es la base y sobre él se levanta una columnata que sostenía a su vez una pirámide escalonada culminando en lo más alto una estatua representando una cuadriga (tipo de carro tirado por cuatro caballos en línea), la obra alcanza una altura de 50 metros. Se encargó a Briaxis, Timoteo, Leucastes y Escopas, los mejores escultores griegos de la época, la realización de las estatuas y relieves dentro del mausoleo.
Las obras eran frecuentemente visitadas por Artemisa. El dolor por su pérdida la volvía cada vez más frágil y enferma, y presintiendo una muerte próxima animaba a los obreros para ver finalizada la obra antes de fallecer.
Dieciséis años después, el mismo Alejandro Magno que ordenara reconstruir el templo de Artemisa, conquista la ciudad y destruye el Mausoleo. Y aunque poco después los reyes egipcios conquistarán la Caria y reconstruirán Halicarnaso, ciudad que permanecerá hasta nuestros días (hoy llamada Bodrum), del mausoleo sólo nos quedará la leyenda.


El Faro de Alejandría

Viajamos nuevamente a Egipto hacia el año 280 a. de C. y después de que Alejandro Magno librara al estado del dominio persa, los lazos entre griegos y egipcios se estrecharon más.
Esta fusión de egipcios y griegos tiene especial relevancia en la capital, Alejandría. Fundada por el mismo Alejandro en el 332 a. de C.
El rey Ptolomeo II decide construir una torre que identifique a la ciudad desde lejos, el lugar que escogen es una pequeña isla Pharos.
El arquitecto Sóstrases de Cnido recibe el encargo por parte del rey para construir la torre en la isla frente a Alejandría. Su finalidad sería servir de guía para los navegantes hacia la entrada del puerto más importante de la época.
Grandes bloques de vidrio fueron utilizados como cimientos intentando aumentar la solidez y resistencia contra la fuerza del mar. Bloques de mármol unidos con plomo fundido constituyeron el resto del edificio, de forma octogonal sobre una plataforma de base cuadrada, hasta alcanzar una altura de 134 metros. Las obras, que conforme avanzan, adquieren un aspecto más impresionante. Cuando se finaliza, la torre mide más de 120 metros. En su cima está equipada con espejos metálicos para señalar su posición reflejando la luz del sol; y por las noches, a falta de luz, se enciende una hoguera.
Un terremoto lo derribó en el siglo XIV, y ochocientos años después de su construcción, el califa Al Walid pasó a la historia tanto por su codicia como por su ingenuidad, al hacer derribar los restos del faro con la esperanza de encontrar bajo sus cimientos un inmenso tesoro escondido.


El Coloso de Rodas

Nuevamente nos movemos hacia el año de 277 a. de C, en el mar Egeo a 18 kilómetros de la costa encontramos la isla más importante de Espóradas, Rodas. La situación geográfica de Rodas es privilegiada para comerciar con Grecia, el Asia Menor e incluso Egipto, y gracias a eso se ha convertido en el centro comercial más importante del Mediterráneo Oriental.
Por lo tanto cabía esperar que alguien deseara su conquista como Macedonia. Su rey Demetrio I experto militar ataca a Rodas, sin embargo resiste los embates de este temible guerrero, quien al final se retira.
Para celebrar el triunfo deciden levantar un monumento en honor a Helios dios del Sol en el puerto. Las obras estaban a cargo de Chares de Lindos y Laches. Hecha con trescientas toneladas en placas de bronce sobre un armazón de hierro con una altura de 32 metros y un peso de unas setenta toneladas y relleno de ladrillos hasta la cintura, la parte superior del coloso era hueca y en su interior se encontraba una escalera para alcanzar la cabeza. En la llamada torre del fuego se encendían todas las noches grandes hogueras para guiar a los marinos a modo de faro. Su fama atraerá a viajeros de todo el mundo antiguo para verlo. No se sabe con certeza que cada uno de los pies se situara a un lado de la entrada del puerto, obligando a todos los barcos a pasar por debajo de él.
Formado por trescientas toneladas de bronce, y relleno de ladrillos hasta la cintura, la parte superior del coloso era hueca y en su interior se encontraba una escalera para alcanzar la cabeza. En la llamada torre del fuego se encendían todas las noches grandes hogueras para guiar a los marinos a modo de faro.
Cincuenta y seis años después de su construcción, en el 223 a. de C., un terremoto derribó al Coloso. Aún después de caído, el coloso siguió atrayendo gente que acudía junto a él para comprobar de cerca sus verdaderas dimensiones.
Los habitantes de Rodas, siguiendo el consejo de un oráculo, decidieron dejar yacer sus restos donde cayeron. Y así fue, durante cerca de novecientos años, hasta que en el 654 d. de C. los musulmanes se apoderaron del bronce como botín en una incursión.

Así pues la humanidad también produce obras de impresionante belleza, destinadas a perdurar durante siglos para hacernos recordar a todos que, cuando queremos, podemos emplear nuestro esfuerzo y talento para construir maravillas.
Y estas maravillas construidas por el hombre deben ser protegidas del propio hombre.

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