En la ciudadela de Alamut, un inexpugnable nido de águilas en las montañas del norte de Persia, Hassan Ibn Saba se dispone a destruir el Imperio Otomano con un método tan inhumano como infalible: la ilusión del Paraíso.
El libro se basa en la figura de este personaje para describirnos no sólo la fortaleza de Alamut, sino especialmente la increíble secta de los asesinos. Asesinos, palabra que proviene de hashashins (o fumadores de hachís) y que describía perfectamente a estos fundamentalistas que sembraron el terror en Persia durante la Edad Media.
El método para que los seguidores de esta secta perdieran el miedo a morir y por tanto se convirtieran en los más fieles y radicales instrumentos de matar, era simplemente brillante: primero los embriagaban con alcohol y hachís hasta la inconsciencia. Cuando despertaban, lo hacían en el harén de la fortaleza, rodeados de las mujeres más hermosas de Oriente. Una vez habían disfrutado de tan inigualables placeres los volvían a sedar y los devolvían al mundo real. Tras despertar, les hacían creer que habían visitado el jardín de Alá… el Paraíso. Así de simple y de eficaz.
Ya había leído algo sobre esta secta en otro libro y cuando ví esta novela no me lo pensé dos veces para hacerme con ella. Lo cierto es que merece mucho la pena, sobre todo por toda la psicología del tema: cómo convertir en auténticos fanáticos a unos seres humanos mediante el más grande de los engaños. Interesante, ¿no?
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