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domingo, 11 de octubre de 2009

La Eneida


La Eneida es una epopeya escrita en latín por Publio Virgilio Marón, más conocido como Virgilio, en el Siglo I antes de Cristo.
Esta obra no surgió espontáneamente, fue escrita por encargo del Emperador Augusto, que convirtió a Roma en un Imperio y que quería que todos pensasen que Roma tenía un origen mítico y Divino.
El Poema más popular de ese tiempo era La Ilíada, que cuenta la guerra de Aqueos y Troyanos que termina con la victoria de los primeros y la destrucción de Troya, de donde unos pocos consiguen huir, entre los que se encontraba el Príncipe Eneas (de aquí viene el nombre del libro) por tanto, Virgilio parte de éste punto e imitando a los mitos griegos cuenta esta historia que eventualmente desembocará en el nacimiento de Roma.
La obra consta de casi diez mil hexámetros divididos en doce cantos en los que se relatan la caída de Troya, los viajes de Eneas y el establecimiento definitivo de una colonia troyana en el Lacio.

Resumen del libro:

Eneas, huyó de Troya tras haber sido quemada por los aqueos. Se llevó a su padre y a su hijo a rastras, y su mujer le seguía a pocos pasos. Pero ella pereció en la oscuridad.
Eneas, desesperado, embarcó con otros supervivientes en busca de una nueva tierra. Su enemistad con Juno (Esposa de Júpiter, Diosa reina del olimpo y madre de muchos dioses) le llevó a navegar errante durante mucho tiempo.
En su viaje llega a las costas del norte de África, en Cartago. Allí habitaba la reina Dido, que se enamoró de él por obra de Cupido (el regordete angelito del arco y la flecha hijo de Venus), para que olvidara a su difunto marido; entonces lo retuvo por largo tiempo.
El reino era hospitalario y todos los troyanos querían quedarse en Cartago, pero Eneas sabía que era en Italia donde debía fundar su imperio.
Tras su marcha, Dido hostigada e instigada por las malvadas arpías (Criaturas horrendas con cabeza de mujer, cuerpo de pájaro, excelentes cantoras pero sumamente malvadas) se suicidó en una pira con la espada de Eneas maldiciendo por siempre a su amado, haciéndole jurar venganza a su pueblo para que destruyera a los hijos de su padre, los futuros romanos. (De esta forma se crea el cuadro que justifica la eterna enemistad entre dos pueblos hermanos, el de Cartago y el de Roma, que se sacaron mutuamente la mugre en las guerras púnicas).
Igual que muchos héroes griegos (Orfeo, Hércules, Odiseo y últimamente Xena) nuestro héroe Eneas, en su camino debe descender a los infiernos, allí se encuentra con su padre, ya muerto, quien le revela que fundará un imperio floreciente, (Roma).
Eneas llega al Lacio, donde gobernaba el rey Latino (así se llamaba, no es que haya nacido por estas tierras). Este rey tenía una hija que se llamaba Lavinia quien tenía que casarse con Turno, que era líder de una banda de revoltosos llamados “Rútulos”.
No obstante al Rey Latino al consultar el oráculo, se le había profetizado que un hombre llegado del mar (Eneas, lógicamente) se casaría con su hija y crearía un gran imperio.
Entonces Turno y Eneas se declararon la guerra por causa de la bella princesa (Que naturalmente prefería a Eneas) y empezaron a batallar durante un buen tiempo.
A Eneas lo ayudaba Venus (Diosa del Amor) pero Turno era ayudado por Juno. Júpiter (Dios del rayo, Padre y Rey de todos los Dioses) no se animaba a otorgar la victoria a ningún bando, por tanto la guerra se extiende y se extiende.
Al final, Eneas mata a Turno en un combate y consigue la mano de Lavinia. Final feliz y de paso fundan un reino que algún día se convertirá en Roma.

Nota final:

La Eneida es un libro clásico de la literatura universal y ha sido una obra muy popular, sobre todo en la Edad Media y Eneas se convierte en un héroe del cual se consideraba un honor ser descendiente (así, Godofredo de Monmouth, en su Historia regum Britanniae hará descender a los británicos de Britus o Brutus, un descendiente de Eneas). El autor era tan querido que incluso aparece en la Divina Comedia como el amado guía de Dante por los agrestes infiernos.
Resulta curioso por tanto que el propio Virgilio, en su lecho de muerte, haya clamado a gritos, como uno de sus últimos deseos, que se queme La Eneida, quizás por le daba vergüenza haberle hecho propaganda al emperador Augusto o al Imperio Romano o quizás como era muy perfeccionista, no le gustaba como había quedado la obra al final. En todo caso resulta evidente que no le hicieron caso.

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