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...Sirvan estas líneas a modo de homenaje y agradecimiento a cuantos se cruzaron en mi camino y me aportaron alguna porción de esa esencia de la vida, cuyo conjunto hizo y hace que ésta merezca la pena ser transitada, especialmente a aquellos cuya capacidad de disfrutar haciendo disfrutar a otros, admiro, venero y agradezco, cuyo afán por ello les deseo sea devuelto merecidamente día tras día.

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miércoles, 19 de septiembre de 2007

El nacimiento de Roma


Roma en el año 754 a. C. El historiador romano Tito Livio, en su obra "Ab urbe condita" justifica de esta manera su origen divino. "Se otorga", escribe, "a la antigüedad la licencia de ennoblecer los primeros tiempos de las ciudades mezclando lo humano con lo divino. Y si a cualquier pueblo hay que permitirle santificar sus orígenes y atribuirlos a iniciativa de los dioses, tal es la gloria militar del pueblo romano, que cuando, presenta como padre suyo y padre de su fundador precisamente a Marte, las otras naciones lo han de tolerar con la misma serenidad con que toleran su imperio".
A la muerte de Eneas reinó en Alba Longa su hijo Ascanio, al que sucedió Silvio, sobrenombre de todos los reyes de esta ciudad. La leyenda comienza propiamente con el rey Proca, que engendró a dos hijos, Numitor y Amulio. El reino le correspondía por derecho a Numitor, pero su hermano, llevado por el deseo de poder, le destronó. No se conformó con su proclamación como rey; fue más lejos; sin duda llevado por el miedo hizo matar a sus sobrinos varones, dejando viva exclusivamente a la única hija de Numitor, Rea Silvia. La causa de su perdón era clara: no constituía ningún peligro para su poder, ya que era sacerdotisa de la diosa Vesta y estas no podían tener relaciones sexuales con varón alguno. Mas Rea Silvia dio a luz a dos gemelos, Rómulo y Remo. ¿Se debería a que había roto su compromiso religioso con algún varón? Quizás, pero la mentalidad de los romanos no lo podía aceptar, por lo que atribuyeron su embarazo al dios Marte, dios de la guerra.
La noticia llegó rápidamente a oídos del rey, quien encarceló a la joven e hizo matar a sus dos hijos. Encargó a sus servidores que les arrojaran al río Tiber en una cesta. Un nuevo milagro se realizó: el río se desbordó y los niños fueron echados por la corriente a la orilla del Tiber, donde fueron recogidos por una loba y que les amamantó en su cueva. No sé si sería un animal o una mujer de costumbres licenciosas, pero la palabra latina Lupa, loba, está relacionada con la castellana lupanar. Unos pastores los encontraron y les dieron cobijo en su choza durante su infancia y pubertad; a su vez, su fortaleza servía de protección a los ganaderos.
El azar hizo que, en una fiesta, unos ladrones entregaran a Remo al rey Amulio acusándole de saquear las tierras de Numitor, su abuelo. El encuentro descubrió el parentesco existente entre los dos y posibilitó la muerte del rey en el palacio y el restablecimiento de Numitor en el trono. Este les ofreció ser sus descendientes, pero estos prefirieron fundar una nueva ciudad no lejos de allí, junto al Tiber, Roma.Pronto nacieron las desavenencias pues los dos querían mandar y ninguno de ellos tenía preferencia según la costumbre de este pueblo, ya que eran gemelos. Ante la duda acudieron a los augures para que dictaminasen: los dos podían serlo; por una parte, el augurio se presentó antes a Remo, seis buitres, aves que servían para predecir el futuro; pero Rómulo le ganó en el número de buitres, doce. Lucharon entre sí y salió vencedor Rómulo que mató a su hermano gemelo.
Su primera acción fue agradecer el favor de los dioses con unos juegos en honor de Hércules, tras lo cual determinó dotar a sus habitantes con leyes propias que le permitiera gobernar con paz. Aceptó en su ciudad a todos los extranjeros que quisieran quedarse en ésta, les proveyó de mujeres, según cuenta la leyenda de las sabinas; finalmente luchó contra los pueblos vecinos, sabinos y etruscos, para aumentar su poder.
Cumplidas estas inmortales hazañas, llegó la hora de la desaparición de la tierra. Se celebraba una asamblea de los soldados en el campo de Marte, cuando una inmensa nube negra cubrió el cielo. Al desaparecer ésta, lo soldados se encontraron con la sorpresa de que Rómulo ya no estaba en este mundo, pues lo habían arrebatado hacia el cielo. Pronto unos pocos, a los que siguieron casi todos los asistentes a la asamblea, le lanzaron invocaciones proclamándole dios, hijo de un dios y rey, padre y protector de la ciudad de Roma. Su inmortalidad aplacó la nostalgia que el pueblo sentía por la presencia en la tierra de Rómulo.

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